Si te haces amigo de tí mismo,
nunca estarás solo…
Imagen portada de Free-Photos
Confundimos habitualmente la soledad con la desolación… realmente la soledad es algo no sólo positivo, sino también necesario, ya que realmente nunca estamos solos, simplemente estamos con nosotros mismos, y esto es algo que necesariamente es beneficioso. ¡No podrías estar mejor acompañado!
La soledad nos ayuda a conectar con nuestra esencia más pura, nos ayuda a poner en orden nuestro interior… ¡todo se llena con nuestra presencia! Todo el mundo debería tener su propio espacio para estar, sentir y comunicarse consigo mismo, ya que en esos momentos es cuando más auténticos somos, más conectados con nuestra esencia estamos… Todo el mundo debería aprender a mimarse, a quererse, a cuidarse sin la necesidad de que otra persona lo haga por nosotros, ya que nadie conoce mejor que nosotros mismos lo que realmente nos hace feliz en cada momento. ¿Cómo cederle semejante poder a nadie?
Sin embargo, la desolación es la añoranza de alguien que no está con nosotros, el vacío que sentimos cuando desearíamos que alguien más estuviera a nuestro lado. Sin esa persona nos sentimos vacíos, descompuestos… no somos capaces de disfrutar del aquí y el ahora, un regalo y un privilegio que nos es dado a cada instante.
Ponemos nuestra felicidad en manos externas, dependemos de los demás para sentirnos completos. Esto es algo que debe evitarse a toda costa, ya que no es igual desear compartir la felicidad con alguien, que esperar que ese alguien nos la traiga en bandeja. Esto jamás ocurrirá, al menos no de forma permanente, y puede causarnos muchas desilusiones, incluso cuando estamos acompañados, porque puede que no nos ofrezcan lo que realmente estamos buscando o necesitando en ese momento.
Nos han dicho que somos medias naranjas buscando a nuestra otra media naranja, y nada más lejos de la realidad. Cuando estás lleno de tí, cuando te descubres como una naranja completa, es cuando puedes compartir con otros; de lo contrario, sólo les compartes vacío. Disfruta de la compañía de otros desde “la elección” y no desde “la necesidad”.
Debemos ser conscientes que ese vacío lo causamos nosotros mismos por estar desconectados de nuestra esencia. Si odias la soledad, estás rechazando tu propia presencia; si necesitas mantener tu atención siempre en otros, ¿qué es lo que evitas mirar o enfrentar en tu interior? Si rechazas tu presencia, seguramente hayas boicoteado más de una relación…
Tú eres la única persona con la que convivirás toda tu vida, de principio a fin, los demás sólo estarán de paso durante un tiempo. ¿Quién sino tú podría amarte y cuidarte, respetarte y darte todo aquello que anhelas?
Si vives desde el vacío, desde la desolación, no esperes a que te llenen los demás, ¡no pueden hacerlo! Te has convertido en un agujero negro, jamás tendrás suficiente. Siempre necesitarás más y más de los demás, nadie podrá saciar ese vacío por mucho tiempo; tarde o temprano volverá a hacerse presente por mucho que no quieras mirarlo.
Haz las paces contigo mismo, comienza a mimarte y a darte todo aquello que eres capaz de dar a los demás y que te estás negando a ti mismo/a. De la misma forma, sé paciente y benevolente contigo como lo eres con la gente a quien amas. Trátate como te mereces, día a día, sin excusas… disfrutar de uno mismo es autoestima, no es egoísmo ni soberbia… porque si no nos queremos a nosotros mismos, ¿qué clase de amor le estamos dando a los demás?
Cuando aprendes a estar lleno de ti, cuando valoras y aprecias la soledad con toda su magnificencia, permites que la Magia haga presencia en tu vida.
¡Disfruta y ama tu presencia!